El PODER DE UN ❤BESO❤ en el CEREBRO – ¿Por qué nos enganchan los besos? | Neuromarketing
El poder de un beso en el cerebro
Hoy te traigo el poder de un beso en el cerebro. La neuróloga Rebecca Saxe presentó esta bonita imagen y desveladora.
Es la imagen de una resonancia magnética de ella con su hijo mientras le daba un beso.
Los labios colocados en la cabeza del pequeño como vemos, inmediatamente provocan una reacción en su cerebro.
Se liberan neurotransmisores muy poderosos, así que besar es sano y bueno, liberándose dopamina por doquier, aumentando considerablemente el bienestar, pero también oxitocina, bautizada como la hormona de amor, porque es responsable del afecto y el apego.
Besar no solo es saludable sino que provoca unas reacciones químicas en el cerebro de los humanos.
Reduce el miedo y aumenta la confianza, provoca sentimientos de afecto y apego, señal de que el bebé en la foto entendió que está protegido.
También se libera vasopresina, el ′′ pegamento ′′ que conecta madres con bebés en sus primeros meses de vida y serotonina, que regula el estado de ánimo.
Poderosa imagen que nos recuerda que el ser humano necesita contacto, besar, hablar, relacionarse, ver a otros seres humanos… no perdamos nunca esa esenciaen estos tiempos de pandemia todo esto se reduce considerablemente, pero también os digo que el tiempo pasa.
El instinto es lo que hace que una madre se sienta capaz de hacer cualquier cosa por sus hijos, y ese vínculo extremo tiene mucho que ver con la biología ayudándonos a entender mejor el porqué de las cosas.
En otras especies, las crías nacen prácticamente autosuficientes y son capaces de andar en sus primeras horas de vida. La naturaleza es poderosa y muy sabia, no la subestimes jamás.
Te doy un dato curioso: En el mundo animal las madres panda normalmente pesan 900 veces más que sus recién nacidos, en cambio las madres humanas son solo unas 20 veces más pesadas que sus bebés.
Que un animal tenga crías grandes o pequeñas depende de lo autosuficientes que necesiten ser esos bebés al nacer. Contra más grandes son las crías menos cuidados necesitan, a más pequeñas más cuidados.
La naturaleza, que es muy sabia, ha creado ese vínculo tan fuerte entre madre e hijo para que no los abandonen en el momento del nacimiento y se hagan cargo de ellos, es decir y como siempre, por supervivencia.
Esta unión comienza durante la gestación y pervive a lo largo de toda la vida conviertiéndose así en una relación de apego indestructible. El caso de los padres es diferente, pero no por ello menos importante.
Y es que este lazo se hace más fuerte cuando los hijos comienzan a desarrollar vínculos sociales, pero es un proceso adaptativo.
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